sábado, 22 de julio de 2017

Lucía Lezaeta Mannarelli-Chile/Julio de 2017



SOBRE ADRIANO
       Comentario sobre “Memorias de Adriano”
de Marguerite Yoursenar
Escritora de la Academia Francesa.




Para hablar de Adriano hay que remontarse a Trajano, el emperador. La ensoñación de dominar el Asia ya la había sentido Alejandro. Fue el gran sueño por el que había muerto a los treinta años.  Ahora Trajano había preparado con más recursos la ardua campaña. Había ordenado construir puentes móviles y pontones para cruzar el Tigres, había anexado territorios abandonados por los partos de la Mesopotamia, había sometido al rey de Osroene en Ederám, había asentado su cuartel de invierno en Antioquia mientras preparaba la invasión del imperio a sus sesenta y cuatro años. Hasta había soportado un terremoto que destruyó un cuarto de la ciudad, faltaban recurso para reparar los estragos. El pueblo sirio no hallaba a quien responsabilizar de los desastres. Los judíos y árabes no deseaban una guerra, el paso de las tropas dejaba en la ruina a cada provincia, ocasionaban inmensos gastos; quizás  para aplazar en algo tal situación, el emperador  permitió la matanza de un grupo de cristianos, así mismo que, azotaran a los ancianos y presenciaran los niños estos suplicios. El descontento era sordo, el odio circulaba de mirada en mirada. Pero ¡Él!, el emperador, se paseaba en el gran palacio que había sido anteriormente construido por los seléucidas.
            El oriente transmitía su riqueza al mundo: intercambio de mercaderías de China o India, dependía de los mercaderes judíos y los exportadores árabes, ellos gozaban franquicias en los puertos. ¡Eran ricos esos misteriosos confines!  
            Trajano había sido adoptado por Nerva quien había tratado de instruirlo de la mejor manera. Con quince años en el ejército, talvez llegó a ser buen soldado, aunque no a un hombre de guerra, aficionado al arte pero no un artista, capaz de cometer crímenes pero, sin llegar a sentirse abrumado por ello.
            Ahora Trajano, el hombre a quien nadie había visto llorar, el heroico jefe que había conducido hasta lejanas e inexploradas tierras y riberas las águilas romanas, comprendió que jamás llegaría a dominar el tenebroso Oriente, ni la India, ni Bactriana, ahora era ya un anciano que en extrañas playas derramaba lágrimas.
            Pero aún estando enfermo, tendido ya en su lecho, negaba la derrota así como negaba su fin. Creía que Roma lo recibiría como un triunfador. Se negaba a admitir que su tiempo se había acabado. Tampoco había decidido quién sería su sucesor…Estaba rodeado de quienes le atendían solícitamente. Plotina la emperatriz, Atiano, un antiguo amigo, ahora Prefecto del Pretorio, la sobrina Matidia, sencilla y servicial, esos pocos se encargaban de aliviarle sus preocupaciones. Pero Trajano aún no decidía el nombre del nuevo Emperador, quizás aún anhelaba guardar para sí los tesoros del Imperio.
            A instancias de Crito, su médico, aceptó regresar a Roma por mar pero, hubo que desembarcarlo en Selinunte donde falleció, alcanzando a dejar establecido, quizás bajo la influencia de Plotina, un testamento en el que nombraba como heredero a ADRIANO
            Al parecer, se había analizado bastante el tema, descartando nombres hasta llegar a la conclusión que éste era el único personaje que dominaba el papel de Estadista y, se preocuparía de los negocios de Estado que tanto había costado engrandecer.
            Trasladaron pues el cadáver hasta orillas del mar donde fue quemado, según la costumbre. Una pequeña columna de humo disipó decorosamente los restos del gran guerrero. El funeral grandioso se celebraría en Roma, ahora sólo se embarcaban su viuda y sus familiares.
           
            ADRIANOPUBLIO ELIO (Itálica  76-138) nacido en España pero de familia romana, el quedar huérfano fue adoptado por el Emperador Trajano a quien sucedió en el año 117 como quedó establecido. Tomó entonces el nombre de CESAR TRAJANO ADRIANO AUGUSTO.
            Para poner fin a las guerras, abandonó Asiria, Mesopotamia y Armenia, se redujo así el tamaño del Imperio. Los militares tramaron una conjura para matarlo, pero fracasaron.
            Viajó por muchos años acompañado por un séquito de sabios y técnicos para imponerse y poder solucionar los innumerables problemas en economía, seguridad, salubridad o el bienestar de las provincias. Dejó Roma el año 121 y recorrió la Galia, Alemania e Inglaterra. Mandó levantar allí la muralla desde el mar del Norte a Irlanda conformado por 117 kilómetros.
            Pasó a Siria, África y Grecia. Llegó a sentir tal admiración por el arte  y la civilización de este país que se le llamó GRAECULUS. El año 134, regresó a Roma pero ya estaba cansado y enfermo.
            El libro de MARGUERITE YOURSENAR, titulado “MEMORIAS DE ADRIANO”, reconstruye los avatares de un hombre, una etapa de la historia y la confluencia de pensamientos, sensaciones, e impulsos, vistos desde la mente de un Emperador romano del siglo II, Adriano Publio Elio, nacido en Itálica (76-138), quien soñaba como artista, pero era un político realista.
            En forma de carta a su nieto adoptivo, MARCO AURELIO, transfigura la historia en una confesión. Así conocemos su infancia, su luchadora juventud guerrera que abarca desde su natal España, hasta Dacia, Grecia, Mesopotamia y Egipto, desde antes de los 16 años con la Séptima Legión. Sus estudios en Atenas, el cruce del Danubio a caballo, la destrucción de los bastiones enemigos en las puertas de hierro, la aparición en su vida del bello joven ANTINOO  de Betina, con su actitud de entrega, siempre tendido a sus pies , con la cabeza reclinada sobre sus rodillas, hecho que lo  sumergía en éxtasis de amor.
            Un examen de hechos con el telón de fondo trágicamente magnífico, de la pacificación del Imperio y la ahora, visible imagen de su decadencia física constatada por HERMÓGENES, su médico. Todo le hace cavilar y empieza a percibir “Como el viajero que navega entre las islas del archipiélago ve alzarse al anochecer, la bruma luminosa y descubre poco a poco la línea de la costa. Así empiezo a percibir el perfil de la muerte”
            Adriano, seductor y catador de la belleza, necesitaba intensamente también del amor físico. Era refinado conocedor de las Artes, sabio y realista. Fue el instrumento9 unificador del Imperio Romano, sus emociones  siempre fueron crepitantes y angustiosas.
            Al dejar a MARCO AURELIO, como sucesor en segundo término y en forma epistolar, la narración de sus experiencias, lo hace “Para que la sabiduría que haya podido albergar, no se pierda”. Lo considera “Un examen de hechos para definirme, quizás para juzgarme, o para conocerme mejor antes de morir”.
            MARGUERITE YOURCENAR, recrea sus lagunas y falsedades con sus palabras “Lo que un hombre ha creído ser, lo que ha querido ser, y, lo que realmente fue”. Esta reconstrucción de las memorias, es una etapa de la Historia trabajada con lentitud y rigurosidad  y consta de varios capítulos.

            ANÍMULA VAGULA BLANDULA, se refiere a su niñez, pubertad y juventud. Estudios, vida ruda, salvajes cacerías. Su tutor, ACILIO ATIANO, lo envía a Atenas. Se enamora de un jovencito de 18 años que deslumbra por su belleza pero equilibra su fama con cierto número de acciones brillantes en Roma. A insinuaciones de PLOTINA, esposa de su primo TRAJANO, se casa con la sobrina nieta de éste, SABINA  de escasos 16 años, totalmente inmadura e irritable. Platina tenía afición por el arte y la literatura, en estas áreas congeniaba perfectamente con Adriano, de quien fue siempre su mejor apoyo y defensa.

            TELLUS STABILITA, relata su ascensión al poder y los cambios habidos en veinte años en los que viajaba continuamente. Amaba y buscaba la Belleza en la gente, las ciudades, los monumentos. Tuvo como amante por algunos meses a LUCIO CREYONO.

            SAECVLUM AVREVM, en esta etapa conoce al griego ANTINOO, de belleza extraordinaria, casi un niño, también de 18 años, quien lo acompaña en sus viajes, a todas partes. Adriano consagra el templo de VERNES, en Roma; quiere hacer la ciudad de ADRIANO. Pero Antinoo, a quien nada le falta, se siente deprimido e infeliz y se suicida a los veinte años dejando a Adriano sumido en la desesperación. Como nueva desgracia muere Plotina, su verdadera y única amiga y asume SABINA como Emperatriz.

            DISCIPLINA AUGUSTA. Adriano regresa de Alejandría a Grecia. Aquí se consagra a reformas agrarias, favoreciendo el desarrollo de una clase social media más seria e instruida. Regresa al ejército con la campaña de Palestina. Ahí, por vez primera, escucha hablar de un joven predicador a quién llaman JESÚS. Interesado Adriano, solicita a FLEGÓN, datos sobre este profeta pero, él ya se siente cansado y enfermo; debía sofocar revueltas en JUDEA. Corría el año 87 de la Era Romana, sólo al finalizar la guerra, los judíos pudieron ser reprimidos.

            PATENTIA, Son las reflexiones del emperador sobre su vida que se está agotando, es un tema que lo obsesiona, lo único que aprecia ante el fin que se acerca es haber conservado la lucidez. Ya ha adoptado a LUCIO, quien toma el nombre de ELIO CÉSAR. También le ensombrece la muerte de SABINA, su esposa. El viudo de su hermana PAULINA, llamado SERVIANO, junto a su nieto, idearon un atentado para matar a Adriano y a su hijo Lucio, pero este joven muere a los 30 años a consecuencias de una larga enfermedad. Entonces se produce la gran estrategia de Adriano, al nombrar  a ANTONINO, su otro hijo adoptado, como su sucesor, dejando así a salvo la herencia del Imperio.
            Es pues este libro, una historia absorbente, vívida, geográficamente comprobable y hermosamente novelada.
            Las reflexiones que esta magnífica escritora pone en la mente de Adriano son notables y,  aún en la actualidad tienen plena vigencia. Nos dice:
            “Como todo el mundo, sólo tengo a mi servicio tres medios para evaluar la existencia humana: el estudio de mí mismo que es el más difícil y peligroso, pero, también el más fecundo de los métodos; la observación de los hombres que logran casi siempre ocultarnos sus secretos o hacernos creer que los tienen; y los libros con los errores particulares de perspectiva que nacen entre sus líneas.” Más adelante agrega: “Mucho me costaría vivir en un mundo sin libros, pero la realidad no está en ellos, puesto que no cabe entera.”
            “La palabra escrita me enseñó a escuchar la voz humana, un poco como las grandes actitudes inmóviles de las estatuas, me enseñaron a apreciar los gestos. En cambio y posteriormente, la vida me aclaró los libros”. (Pág. 30)
            Terminamos así con esta relación de literatura universal como fuente de cultura pues, además tendríamos que informarnos de muchísimas otras obras de arte ejecutadas por Adriano, como los monumentos de la Villa Adriana, o los edificios en Grecia y los restaurados en el Asia Menor, el Mausoleo de la Edad Media, fue transformado en Castel Saint Angelo. El honor de la reconstrucción del Panteón, es debido a él, así como gran parte de las construcciones de arte  greco-romano y también muchas en Atenas.
            Las desviaciones de otra índole del Emperador, quizás estén explicadas en la siguiente reflexión:
“Un hombre que lee, que piensa o que calcula, pertenece a la especie y no al sexo, llega a escapar a lo humano, busca el espíritu o el alma.” Esta reflexión es válida para ambos sexos. Quizás esta historia nos ayude a comprender el pasado con sus negaciones y afirmaciones, y además nos sirva para comprender el presente.

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