sábado, 22 de julio de 2017

Abel Espil-Argentina/Julio de 2017



Diálogo Final

Rainiero hombre guapo y de pocas palabras, camina por el pueblo de Salsipuedes, solo .Con el pucho apagado. La mirada de este hombre es vacía. La vida lo había probado en tantas, que decidió una mañana de invierno lluvioso, dejarse morir de a poco. No hablaba con nadie. Nadie hablaba con él. Salía a la vereda temprano ,se sentaba en la butaca de mimbre , tomaba dos o tres amargos acompañados de una galleta marinera  . Al rato , volvía a abrír la puerta de calle, viéndola desolada , abandonada. Cerraba y lento iba rumbo al fondo, donde tenía una pequeña huerta, con lechuga,batatas, tomates y muy al rincón había armado un pequeño espacio , en el cual tres gallinas y un gallo elegante, le dejaban todos los día dos o tres huevos.
Así todas las mañanas y al llegar el mediodía , volvía a la casa a poner en una vieja cacerola de barro : un poco de agua , arroz , sal, y un pedazo chico de carne.
Mientras esperaba que se cocinara,  volvía a abrír la puerta de calle, prendía un pitillo de cigarrillo  sucio y  miraba hacia afuera, como esperando la llegada de alguien.
Nunca le dijo a nadie que él,  había estado preso en Devoto quince años. Había matado al hombre que encontró en su cama, desnudo arriba de su mujer, también desnuda.
El tiempo de estar preso decreció, por buena conducta y por no tener antecedentes.
 Al salir de la prisión, era otro hombre muy distinto al que entró.
No solo lo cambió la cárcel. Nunca se resignó a ser engañado. Además de por su esposa, por el mejor amigo.
No era hombre salidor, menos aún de buscar mujer. Estaba avejentado,  su rostro se había endurecido y con el pucho siempre apagado de costado en la boca, lo hacía parecer a James Dean , un poco mayor.
Algunas vecinas, rumoreaban la facha de Don Rainiero.  Angelita , la más joven de las tres, una tarde clara y fresca de otoño, llegó a decir : "este hombre me da lástima, su ropa la lleva un poco sucia , igual que los zapatos". Hortencia ,vieja pilla, le contestó : " a mi me parece que bañarlo y dormir con él una siestita te gustaría" .
Los días pasan despacio en  Salsipuedes. No hay novedad para comentar. La llegada del verano los sorprende con fuerte calor.
Nunca en los pueblos chicos, pasan los mismos hechos que en las ciudades.La gente no es la misma.
Las costumbres son distintas.La siesta en un hecho más allá de lo cotidiano.
Las hojas de los árboles no solo caen , sino que se desploman ejerciendo vueltas y vueltas, previendo el final. Todo es distinto. Respirar ese aire puro, es un regalo a los pulmones.
Claro que los hechos son distintos. El espacio, el cielo al anochecer, acerca las estrellas. Los hombres se miran a si mismo ; se ven ...se ven...no son criaturas errantes aboliendo días, como los de la ciudad.
A Rainiero , todo le daba lo mismo.Se conocía demasiado. Se había perdonado, pero también se había castigado. Nada le atraía , no existía la sonrisa para él , la había abandonado la vez que mató por amor.
Hasta ese momento, era un ausente de si mismo.Soñaba con desaparecer.¡ Todas las noches el mismo sueño lo acorralaba, lo iba minando!.
A la llegada del invierno, presumió que otra mujer lo sacaría de la locura en la que se sentía. Una noche , al finalizar junio , se acordó de lo que había escuchado en el boliche de Don Ramón " el paraguayo" : " La Angelita , es la más cara, pero con ella hasta el apellido perdés ".
Se bañó lento, se puso el único pantalón limpio y  camisa blanca de mangas largas. Al terminar, se acordó que no se había afeitado. Se sacó la camisa, tomo la vieja hojita  Gillet, la afiló en el vaso de vidrio. Se afeitó y se terminó de vestir. De la mesita de luz , agarro $ 300 pesos y salió caminando con temor, a lo de La Angelita.
Al llegar , la noche ya había llegado al pueblo : fría, silenciosa, con unas pocas gotas de lluvia. Dobló el dedo índice de la mano derecha y golpeó dos veces.Nadie respondió.Esperó. Sacó una cigarrillo negro , lo encendió y se apoyó en la pared. Pensó que no estaría esta mujer. Estaba terminando el pucho, cuando se abrió la puerta , saliendo apurado el monaguillo de la iglesia de Río Ceballos. Se miraron y sin saludar , a paso rápido desapareció.
Al rato , golpeó de nuevo y escuchó la voz de La Angelita que dijo : " está abierto Don Rainiero, entre nomas ".
Estaba sentada adelante de la cama, las piernas cruzadas y una bata de seda roja, cubriéndole un poco su cuerpo.
Rainiero la observó, callado y  con el pucho apagado entre los labios. La bata de seda cubría muy poco sus enormes senos, casi se le podía ver el pezón del derecho. La bata roja cubría sin llegar a las rodillas.
---Buenas noches Don Rainiero---
Él la observaba , callado, de pie y el rostro duro, sin manifestar nada.
---Buenas Angelita. ¿me puedo sentar a su lado ?---
...Por supuesto. Hace mucho que lo espero--
Charlaron toda la noche y la luz del alba, entró por una ventana grande un poco entreabierta
. Escucharon el canto de un bicho feo.
El día se anunciaba con sol y sin frío. Salsipuedes comenzaba su andar aletargado y las campanas de Río Ceballos se oyeron muy suaves, abriendo el silencio de dos pueblos de futuros humildes.


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