domingo, 27 de noviembre de 2016

Luis Tulio Siburu-Argentina/Noviembre de 2016



EL PAVO REAL                                            
No Genaro, no es cosa de un día. Hablamos de semanas, meses, en realidad te rascaste las guindas toda tu vida, o al menos estos primeros cuarenta y cuatro años, y perdoná si te lo digo con estos términos  burdos y güasos, pero a veces la terminología de la calle marca mejor y concretamente un hecho que para explicarlo llevaría muchas palabras correctas pero huecas.
Por supuesto es lo que vos elegiste para llevar tu existencia y yo no tendría que meterme ni juzgarte ni darte consejos, pero permitíme que como hermano mayor descargue mi bronca, al menos para salvaguardar la memoria de nuestros padres que se pelaron el culo para mantener a sus tres hijos y darles un futuro.
Vos te cagaste en ellos y en nosotros y con la herencia subdividida del campo de Vicente Casares – en lugar de hacer una sociedad familiar agropecuaria como soñaba papá -  se te dio por el rateo en una secundaria nunca terminada, el escabio y el puterío en las continuas noches de boliche, el uso permanente de la caja de ahorro que nos habían abierto a cada uno por separado para solventar gastos que pudieran sobrevenir a las  enfermedades y muerte de los viejos.
Y acá llego al punto crucial que te quiero reprochar, porque es lo que más duele a los Milanesi. Te olvidaste de los valores de una cuna de esfuerzo y  colaboración entre todos que nació allá en la Emilia Romagna y que se desarrolló fuerte cuando llegamos de chicos a la Argentina. Pero a vos jamás se te dio por el laburo ni los lazos familiares. Tus objetivos eran otros y vaya si los fueron.
Ahora paseás manejando el último modelo cuatro puertas por las calles de la vecina Cañuelas, desparramando orgullo de tu ascendencia italiana que se hizo la América, vanidoso de la rubia que siempre te acompaña seducida por tu billetera. Y por sobre todo arrogante, sin saludar a quienes aún con mucho trajín no han llegado a tu posición económica. 
Ni que te estuviera viendo. Con el brazo desnudo fuera de la ventanilla. Para que te envidien todos el tatuaje de pavo real. En eso sí que elegiste bien. Llevás la marca en el orillo. Pero no de los Milanesi. Sólo de Genaro.

1 comentario:

Josefina dijo...

Buenísimo Luis, como toda tu narrativa!!!! y siempre con un poco de humor y con el saber contar. beso Josefina