sábado, 21 de mayo de 2016

Rodrigo Zuñiga-Costa Rica/Mayo de 2016



VIERNES DE TODOS LOS DÍAS

Confieso que a veces –sólo a veces–
espero aún tus viejas palomas de texto
–dinosaurios ya de otros meteoritos
y de otros gobiernos que inventamos en común–.
Aguardo en el bus, con tu asiento empapado
de consuelos,
como decir, “la paz que asesine todas las guerras”.
Miro a todos lados en San Pedro,
acaso logre coincidir con vos en la misma paradoja,
en la misma acera, sin querer,
como una moneda en unas manos llenas de hambre.
Llego a casa y coloco un segundo plato en la mesa,
por si tu deseo vuelve a escribir a la hora de cenar,
o por si se acaba el mundo, y vos no has llegado aún…
Hoy viene a ser otro silencio más bajo tierra,
pero parece demasiado adiós para ser cierto.

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