miércoles, 21 de octubre de 2015

Carlos Laborde-Cañuelas, Argentina/Octubre de 2015



SEMBRADOR

Regreso al jardín de los recuerdos
con el rostro escondido entre las manos.
En el camino, atrapo las sombras reales de los muertos.
Percibo mi propio olor de cuerpo a la intemperie
que emana la fragancia cálida de la tierra,
las flores y el humo de la hojarasca.
Aspiro el sabor del primer cigarrillo,
fumado a las tres de la tarde, cuando todos duermen,
menos las víboras y los furtivos adolescentes.
Descubro los labios de aquella muchacha
de manos temblorosas, húmedas y frías,
que robé con inocentes y dulces palabras.
Llego a mis horas de niño, tiempos de siembra,
y al abuelo sembrador, viejo fantasma querido,
que me legó lo bueno que dejaré en la vida.

1 comentario:

Josefina dijo...

Que recuerdos tan gratos en tus letras,
tiernos sentimientos que no se olvidan.
Gracias Carlos por compartir este buen poema tuyo

beso Jóse