viernes, 25 de julio de 2014

Lydia Albarenque-Argentina-Literarte soporte papel/Julio de 2014

EL CASAMIENTO

Qué viento habrá soplado para que María Inés se levante una mañana y decida que para fin de año estaría casada. No se le conocía pretendiente y en el pueblo no había hombres que rondaran los treinta años que fueran posibles candidatos. María Inés ocupó sus días en planificar la lista con todo aquello que se necesita para un ajuar. En la tienda de doña Eulogia había telas para todos los gustos: hilos, sedas, rasos, algodones, encajes y tules. De este último trajo varios metros, para ella una  novia debía verse vaporosa y con los tules al viento, como en las películas de Hollywood. Era buena para las manualidades y hacía prodigios con la aguja. Llegaba cargada con paquetes, cintas y cordones canturreando felíz.Consiguió un maniquí y atónitos los de su casa vieron como lo fue vistiendo con el que sería su vestido de novia. Mi tía la espiaba con el rabillo del ojo por la puerta entornada. Una capelina descansaba en la cabeza de la muñeca sentada en la silla junto a la ventana. Un vestido con volados y faja en la cintura de un rosa como el crepúsculo destacaba su esbeltez, esto sería para el civil. No perdía detalle-pensó-todo parecía tan real. Tía Julia no se atrevía a encararla y pensó en pedir ayuda. El indicado era el padre Juan. Las vecinas estaban intrigadas.
La misa del domingo reunía a todos los habitantes de Casas Blancas. María Inés cantaba en el coro, había cosido el mantel del altar, colaboraba con las señoras del taller de la Liga de Madres, así se ganaba un lugar para cuando ella lo fuera y podía estar cerca de los niños para las fiestas y ver la carita de alegría cuando ellas llegaban cargadas de regalos. Un alma piadosa como pocas.
Enterado el cura de que se preparaba para su boda sin tener a la vista al novio era el más indicado para hablarle. Esto pensó tía Julia y se lo hizo saber buscando su pronta intervención.
Llegó el domingo y a la salida de misa el Padre Juan saludaba a uno por uno de sus feligreses;llegado el turno de María Inés le dijo que se diera una vuelta por la secretaría parroquial el lunes a la hora de catecismo. Ella,siempre dispuesta, aceptó la invitación. Su madre suspiró aliviada.
Comenzó la semana y por la tarde María Inés marchó a la iglesia. El Padre Juan la recibió en la sacristía mostrando sus dientes en una sonrisa de lo más amigable. Con él había hecho su primera comunión y cuando la asaltaban pensamientos de dudas y temores corría a confesarse, saliendo de la iglesia limpia de culpa y cargo.
Hace tiempo que no hablamos María Inés, te veo pasar ajetreada en los quehaceres de la parroquia. Bueno sería que nos tomemos un té y me cuentes como va tu vida fuera de aquí.
-Padre Juan, me alegró su invitación porque necesito hablarle de mis planes futuros-. La puerta se cerró y mi prima estuvo una hora de pura charla con el cura. Qué hablaron, es un secreto guardado entre esas cuatro paredes. María Inés salió muy satisfecha de allí. En la casa estaban perplejos. Cuando mi tía fue a ver al cura queriendo saber lo hablado con su hija, él amablemente le dijo que había que esperar y dejarla con sus preparativos si la tenían ocupada y felíz.
Corría el mes de octubre y como descolgada de una nube,una compañía de teatro con sus bulliciosos integrantes se instaló en el pueblo. Un joven se nos acercó estando nosotras tomando un helado y le extendió a María Inés un volante donde le hacía saber que allí estaba su nombre, Julián Alcázar. Nos invitaba a una función gratuita a modo de presentación.
El centro comercial de Casas Blancas cuenta con la plaza principal, cuidada en sus canteros, bancos y faroles como un monumento histórico, flanqueada por los negocios más destacados y los lugares recreativos: un cine, la iglesia, la escuela parroquial, un banco y el parque de diversiones con su calesita iluminada. El salón dedicado a eventos prendió sus luces y allí instalada la compañía, se exibian carteles anunciando el espectáculo: una obra titulada "El Forastero"
Fuimos de las primeras en llegar y ocupamos los asientos de adelante. El teatro, esa era la presunción de la sala para la ocasión, quedó sin un lugar vacio, hasta gente parada en los pasillos colmó el lugar. Como su nombre lo indica, la obra trataba de un hombre joven que llegaba a un pueblo de pocos habitantes donde se conocían, por lo que se volvía motivo de interés para esa gente acostumbrada a una rutina sin mayores sobresaltos. Este sujeto un tanto distraído sufre una serie de equivocaciones que entretenía y divertía a los espectadores. Todos reían y aplaudían. En ese clima de alegría bajó el telón y se levantó para que los actores saludaran una y otra vez. María Inés clavó sus ojos en el actor principal que no era otro que el que nos había invitado. De un salto estuvo frente a nosotras con su amplia sonrisa y sombrero en mano nos hizo una reverencia.
-Nos volvemos a ver-dijo, dirigiéndose a mi prima.
-Hacía mucho que no había una representación teatral, estuvo usted muy bien-acotó ella.
-Julián Alcázar...¿señorita...?-se presentó esperando escuchar el nombre de ella.
-María Inés Torres y yo soy Sara Torres-me adelanté extendiendo mi mano-somos primas hermanas Sr. Alcázar-Di un poco de información no pedida para aflojar la tensión,-es usted un buen actor-agregué. Saludé y me aleje un poco del circulo mágico que vislumbré en sus miradas. Todo empezó esa noche. No se si fue la sonrisa de Julián o el brillo en los ojos de mi prima...supe que eran el uno para el otro.
Diciembre llegó y María Inés se enfundó en su vestido blanco y coronó su cabeza de tul engarzado en unas corona de azahares. Julián estaba trajeado de pié en el altar con todo el pueblo y sus compañeros de elenco de testigos. A la salida de la iglesia despedimos a los novios. Mi tía se hacercó al cura y le confesó que había creído qe su hija había perdido la cordura.
-Verla hoy casarse parecía como un sueño.
-Ella siempre fue especial-dijo el padre Juan. En su etapa de crecimiento varias veces me participó de sus ensoñaciones que no eran otra cosa que deseos guardados. Cuando me habló de su casamiento con alguien que llegaba a Casas Blancas, no lo creí más que usted. Y¡vaya si esta chica no hace realidad sus sueños! Estamos todos de testigo.

1 comentario:

Paula Eisenberg dijo...

Encantador, atrapante y lleno de significados.Excelente relato.Saludos!