jueves, 24 de julio de 2014

Dora Perricone-Argentina-Literarte soporte papel/Julio de 2014



La hora de las gaviotas


Estaba empacando en mi habitación cuando sonó el teléfono. 
Dijo que había llegado la hora.

Aquél otoño me encontró extrañamente caminando por la orilla del mar. Era un amanecer destemplado, donde el viento soplaba por momentos con intensidad, dándole un tinte aún más gris a ese día melancólico.
Mis pies descalzos se hundían con dificultad en una arena húmeda y compacta, dejando atrás las huellas uniformes. Quién hubiera querido seguirlas las encontraría con facilidad, más estaba sola en medio de ese paisaje. Por primera vez, y pensé: " En el amor, como agua de mar, te has desatado ". No tenía retorno, deseaba volver de mi desvelo, aunque lo único que volvía era su imagen, sin poder detenerla.
Cuando sorpresivamente escuché sobre mi cabeza un aletear muy fuerte. Alcé la vista y ví a dos gaviotas sobrevolando el lugar. Sus alas se rozaban haciendo un juego amoroso, a la par que se alejaban. Hacia donde, pensé. Tal vez en busca del nido cálido y seguro que las cobijara.
Me invadió una paz inesperada y respiré hondo.

Cuando volví a mi habitación empaqué mis cosas. Sonó el teléfono y dijo que había llegado la hora.

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