domingo, 22 de junio de 2014

Jorge Piñones Segovia-Chile/Junio de 2014



EL ATLETA

Cuando a José Solís le dijeron lo que debía hacer para entrar al interior de la mansión, nunca pensó que debería trepar aquella altísima muralla; al verla se le quitaban las ganas de intentarlo.
-Tú eres capaz de hacerlo, no en vano te apodan “El Araña”- le dijo Ramón, apodado “EL Gato”, jefe de la banda que asolaba el sector. –Te consideran uno de los mejores deportistas. Hasta integras el equipo olímpico.
Los otros dos delincuentes corroboraron lo dicho por Ramón, sacando cuentas alegres de lo fácil que sería trabajar con este  nuevo socio que recién se les unía.
-El asunto es que  sabrás cómo salir del paso en esta tarea; con tus habilidades sabemos que lo puedes hacer –dijo Ramón.
Una vez terminado el reconocimiento del lugar, además de algunos antecedentes obtenidos por personas que circulaban por el sector, iban a la segura. En un fin de semana limpiarían esa vivienda. Tranquilamente abandonaron el lugar en el vehículo del Gato. Mientras hacía alarde de los golpes que habían efectuado y del dinero que habían tenido en sus bolsillos.
Ya estaban nuevamente en el lugar donde se efectuaría el golpe. Ahora se movilizaban en una camioneta. Los delincuentes quedaron asombrados cuando el Araña sacó de un bolso una gruesa cuerda en la que en uno de los extremos estaba atado un garfio. Rápido se puso en acción y después de un fallido intento, el garfio quedó agarrado en el borde del muro y de inmediato, el muchacho comenzó a trepar. Muy poco rato pasó para que llegara al borde del muro, y desde allí les señaló, al resto de la banda, que esperaran cerca del portón. Él se deslizaría unos metros más allá, bajando por un frondoso árbol, cercano al muro.
José, ya en el suelo, apenas alcanzó a dar unos pasos en dirección al portón, cuando una fuerte mano se posó sobre su hombro izquierdo, virándolo. En ese momento creyó estar soñando, estaba frente a una figura conocida, era Gonzalo, integrante del equipo que iría junto con él a las Olimpiadas, representando a Chile en la disciplina de Artes Marciales.
-¡Vamos al portón, para que salgas!- fue la orden perentoria de Gonzalo. Agregando- Ya tendremos tiempo de conversar sobre este asunto. - José intentó una justificación, pero su compañero de equipo no se lo permitió, diciéndole que ya carabineros estaban en camino hacia la casa.
Para los maleantes la sorpresa fue grande al ver aparecer a José, junto a un joven que al despedirse le advertía. -Cuídate con quién te relacionas.- José le tendió la mano agradeciéndole la advertencia.
Dirigiéndose a sus compañeros dijo: -¡Apretemos cachete, cabros, vienen los pacos!


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