lunes, 16 de diciembre de 2013

Alejandro Herrera Aceituno-Chile/Diciembre de 2013

EL REPARADOR DE RELOJES (Oficios)

Mi historia  empezó a declinar cuando a mi amigo le regalaron un reloj con pantalla de cuarzo y funcionando a pila. Creo que era marca “Cassio”.
Ahora, sólo lo veía pasar por fuera de mi boliche, ubicado en calle Andrés Bello de Quilpué. Allí tenía un taller de reparaciones de relojes a cuerda y, como tenía muchos años de experiencia, también recomponía relojes despertadores, de esos grandotes con campanilla arriba, relojes de pie del tipo “cucú”, de bolsillo, de péndulo, etc.
     -Don Juan, le traigo este “Fero” pa” que lo arregle ya que se atrasa y usted sabe: “un hombre sin reloj pulsera es como un barco sin timón” - Déjelo y venga pasado mañana.
     Luego de permanecer un rato en la vereda, ya que la pega no era mucha y, mirar a los clientes de la tienda “Bata”, de la Tostaduría “El Molino” casi al lado de mi negocio y, la reparadora de calzado “Novoa”,  me entraba a mi sucucho y me sentaba tras un armado de vidrios. En la cubierta de la mesa podían verse pequeños frasquitos con todo tipo de repuestos: resortes, ejes, minuteros, horarios, secundarios, pulseras, engranajes, palancas, tornillos, atornilladores.  En realidad, un pequeño pero infinito mundo de piezas y de partes de relojes: Cornavin, Fero, Urbita, Omega, Invicta, Festina y hasta Longines. Para qué hablar de la calidad de los relojes, los había de 17, 21 y 25  jewels, que no eran nada más y nada menos que rubíes sintéticos, por su dureza y resistencia como parte del mecanismo. Luego me ponía en mi ojo derecho el instrumento óptico, llamado lupa del relojero. Éste me servía para escudriñar y averiguar las causas del desperfecto del reloj y, chequear todo el aparataje mecánico que daba vida a tan importante instrumento de medición del tiempo.
            Dos días después. - Sabe mi amigo, lamentablemente, lo único bueno que le va quedando a su relojito es la pulsera de cuero natural. La humedad, el tiempo, el óxido microscópico, han ido dañando las delicadas piezas y, lo mejor que tiene que hacer es ir pensando en comprarse uno nuevo. Pero no de estos a cuerda, están pasando de moda y pronto serán sólo de recuerdos. Ahora están trayendo unos que funcionan a pila.- Crero que vienen de Japón. Son de marca Citizen, Cassio, Seiko  y otras que no recuerdo.
Y así no más fue. Mi buen o mal consejo trajo sus consecuencias. Cada vez, eran los más que pasaban por fuera de mi negocio, sin detenerse a dejar sus “relojes mecánicos”. ¿Para qué, si en la casa Nozziglia ponían en bandejas los flamantes y variados relojes a pila… de “cuarzo”, decían los más entendidos y, lo que era peor, a precios más que convenientes. Incluso la gente ya ni siquiera se daba el trabajo de venir a retirar los relojes que antes habían dejado para reparaciones. Todos lucían sus grandotes y brillantes relojes, incluso algunos con cronómetro. Si  hasta pantalla digital tenían ¿Para qué iban a querer un reloj que todas las noches, antes acostarse, debían de darle cuerda. Hasta los relojes despertadores quedaron arrumbados… ¡claro!… ahora también llegaban las radioreloj.
El boom económico de los ochenta no me alcanzó. Al contrario, mi taller de reparaciones de relojes ubicado en pleno centro de Quilpué, debió cerrar.
Hoy encorvado por los años paso frente a lo que fue mi local, veo un negocio de “Todo a mil”: platos, vasos, juguetes, linternas, perfumes, manteles, colonias y también relojes, de esos para colocar en la pared, relojes pulsera, etc.
¡Chis! … ahora hay hasta relojes atómicos para mediciones muy precisas, de intervalos extremadamente pequeños, nano-segundos y pico segundos los llaman, tendría que haber sido el rey de los lesos si confiara que el negocio iba a seguir funcionando.
 Me quedo mirando embelesado donde estuvo, por años, mi taller, “dando la hora”, dirán algunos. Pero no importa, mi corazoncito funciona como relojito…pero a pila. Más preciso, más liviano, y ojala, más eterno. (Grupo Literario LiteRatis)
 Reloj: Del griego “horologion”:  De hora, tiempo y  lego contar. (Grupo Literario LiteRatis)

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