lunes, 21 de octubre de 2013

Claudia Díaz-Buenos Aires, Argentina/Octubre de 2013

                                  A la hora del te



Nos encontramos las dos...
Nos sentamos, y comenzamos a dialogar...
como si hiciera mucho tiempo...
que nos conocíamos...
esto fue...
a la hora del te.
Ella me contaba su vida...
y yo la mía...
¡y retrocedí años!...y ella me escuchaba...
atenta a mis palabras.
y ella también me seguía contando sus cosas...
muchas cosas.
¡pero las dos!...pensamos...
¡quizá lo mismo!...
¿o será un destino distinto?...
porque...somos tres...
nosotras...y el...
¡El!... ¡el de los ojos!... ¡el de los ojos!...maravillosos.
¿y qué pensará ella?... ¡si yo le digo!...
¡que los ojos de él!... ¿me impactan?...
¿se enojará?...o lo tomará... ¿muy normal?... ¡y yo!...no sabia qué hacer...
¡si rezarle a Dios!...o que me tragara la tierra...
Nos encontramos las dos...
a la hora del te...
¡Yo dije la verdad!...
¡que esos ojos!...me llegaban al alma...
¡pero entraba él!... ¡y ahí!...yo me callé.
Hice un silencio, un silencio...como si fuera, eterno...
¡para que él!...no se diera cuenta.
¡y ella se reía!...y yo también lo hacía.
A la hora del te...
seguimos nuestra charla... ¡y él se esfumó!... ¡como el viento!...
desapareció, en ese momento.
¡pero solo ella me dijo!... ¡esto finalizó!...
¡y yo ahí!...sentí una tranquilidad... ¡porque mi corazón!...se sentía mal,
¡por pensar!... ¡que ella sentía!...algo por él...
¡y no la quería defraudar!...porque...no era de mi parte, hacerle mal.
¡pero solo le pude decir en mi final!...
¡que me gustan sus ojos!... ¡pero no sé!...si lo voy a llegar amar.

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