lunes, 23 de julio de 2012

Ángela Jael-Buenos Aires, Argentina/Julio de 2012

Alejandro y el coro de Ángeles


El hada Dione decidió acudir a sus amigos inseparables: los Ángeles.

Ellos también sabían mucho de música y, en especial, de coros celestiales.

Seguramente el duende estimulado por los ángeles aceptaría incorporarse a la orquesta del bosque.

Pero… ¿quién lo convencería?

Dione habló con el Ángel del Paisaje, el Ángel Entonador y el Ángel de las Relaciones. Los tres pudieron brindarle buenos y sabios consejos referidos al asunto que la inquietaba.

El Ángel del Paisaje le dijo que Alejandro iba a sentirse halagado si lo estimulaba felicitándolo por lo bien que cantaba; el Ángel Entonador se mostró muy dispuesto a enseñarle la forma de mejorar su canto con algunas clases y, finalmente, el Ángel de las Relaciones, que en este caso era el que más debía intervenir, enseguida aceptó hacerse cargo del asunto. Decidieron actuar en forma rápida y concreta: había que preguntarle a Alejandro si le gustaría incorporarse a la orquesta. Así pues, los Ángeles y el hada fueron en su busca.

El duende estaba descansando después de su espectáculo de baile y de canto. Cuando los vio llegar se sorprendió. ¿Qué buscarían allí? Sin muchos prolegómenos Dione le contó que lo había visto bailar, tocar los instrumentos y lo había oído cantar…Y que deseaba que formara parte de la orquesta. Alejandro se puso tan colorado que los cuatro sintieron una inmensa ternura por él. ¡Ya tan pocos seres se ruborizaban! Y cuando quiso hablar, tartamudeó...

-Yo, hada Dione, me sentiría muy honrado…pero soy tan tímido que no sé si podría pensar en que alguien me escuchara y tan inseguro que todo el tiempo temería hacer algo mal.

-No te preocupes-dijeron los Ángeles. Para eso estamos nosotros aquí..Para ayudarte a confiar en ti  y para que aprendas aprovechar todos tus dones. A partir de hoy nos ocuparemos de ti con dedicación…

-¿Qué te parece?

Alejandro no cabía en sí de la alegría. Tocar en una orquesta y cantar en un coro, además de bailar había sido el gran sueño de su corta vida. ¿Cómo decir que no a semejante propuesta?

Ahí mismo revoleó su gorro por el aire, como muestra de regocijo, dio unos saltos y dijo: Querida Dione, amados Angelitos, no saben lo feliz que me hacen. Yo jamás me hubiera atrevido a solicitar un lugar en la orquesta ¡cómo podría negarme!!! Les agradezco mucho lo que hacen por mí y, desde este momento me pongo en vuestras manos para todo lo que sea necesario hacer y aprender.

Alejandro colaboró a aumentar la fama y el brillo de la orquesta del bosque. Ayudado por sus amigos inseparables formó un coro de ángeles con los que cantaba a toda voz. El prestigio de la orquesta se expandió cada vez por más lugares. Todos querían oír tocar a los animalitos y escuchar el canto del duende de los ojos bellos y su coro de ángeles. Alejandro conoció la verdadera dicha cuando los aplausos que coronaron sus actuaciones llenaron su corazón. Perdió todos los miedos y expresó con su voz hermosa y melodiosa los dulces sentimientos de su alma generosa.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Ángela:que bonitos son tus cuentos para chicos...y para grandes.