lunes, 19 de marzo de 2012

Oscar Alfonso Vera-Buenos Aires, Argentina/Marzo de 2012


Mis Nietos,
Solo sueños

En un día no muy lejano, obviando mes y año, en una primavera esplendorosa, llena de verde, de flores, de brotes asomando a la vida, entre pimpollos de rosas y azahar, que perfumaban el ambiente de aromas y color, entre tanta belleza natural, me encontraba en una casa de campo, en un día de exuberante claridad provocada por un sol impoluto que trataba de hendir su luz  por cuanto resquicio encontraba a su paso hacia la tierra, por entre los gigantescos y enhiestos pinos, que me brindaban una sombra acogedora  bajo un cielo azul imponente e infinito, donde solo se escuchaba el trinar de las aves canoras, y el susurro del agua al filtrarse en la piscina, de pronto, irrumpieron como un canto a la vida, mis nietos, iluminando el aire con su risa, con sus muecas, con sus palabritas a medio terminar, que fueron un gorjeo para mis oídos al escuchar la palabra, “ABU” ¿me llevas en bici.? ¿jugamos a las escondidas? vos contás eh… u otras muchas que como un torbellino me lanzaban a  quemarropa, y me pedían cosas que estaban fuera de los carriles, lo que sus padres no aceptaban  que transitasen (muy acertadamente) pero entonces me convertí en el gran cómplice, y les permití todo a sabiendas que no correspondía, fueron sus voces las que me enternecieron y estremecieron, sus gestos, sus mimos tan espontáneos, tan puros, que traslucían la blancura de sus almas y la pureza infinita, que tienen para regalar a todo el que tiene tamaña suerte de poder compartir con ellos momentos tan gratos como este, y en esa pureza inmaculada se refleja como el sol sobre el lago, es que veo, siento el amor a través de mis nietitos que son dos angelitos a los que el niño Dios acompaña y guía en su camino, talvez por celos se quedó con ellos.


Como gráciles flores tempranas
de una primavera llena de color
como el sol que perfuma las mieses
doradas de tiempo, de puro arrebol.

Van mis nietos sonriéndole al viento
a pura belleza que Dios les brindó
son mis ojos, y mi luz, yo los veo
correr mariposas, como una canción.

Correteando por el prado verde
tan llenos de gozo, verlos disfrutar
cual aves canoras volando hacia el cielo
trepando las nubes total libertad.

Por que Dios es color, es amor,
y su mano nos cubre de calma
es la luz de mis ojos, mi Dios

Es la brisa, el aire y el sol
que perfuma a mis niños el alma
es tu beso, sagrado señor.

Téngase en cuenta que no tuve hijos



2 comentarios:

Vilma dijo...

Hermoso relato ,uno que es abuela se siente identificado.Felicitacione Oscar .

Anónimo dijo...

Hermoso Oscar! Muy profundo. Karen