lunes, 23 de mayo de 2011

Alphonse Donatien-Maldonado, Uruguay/Mayo de 2011


Galileo

Hoy, negra la lluvia ancla en mi techo sus gotas férreas,
leontina de navíos-nívea, del cielo de algodón
que tiñosa la tormenta, de furia hecha y de carbón,
ha traído angustia de otrora; de noches extranjeras.
Un estrépito lejano ¡Rasga el cielo como a un velo!
Y en charcos y cuencas ¡Monedas de plata en un tintineo!
Parece el aire en ramas tocar un ingenio de viento
y, en mi corazón erigir, de terrores un mausoleo.

Y le ruego a la tormenta de mis oscuros tormentos
¡Que no deje ni un títere con cabeza en mis recuerdos!
¡Que no sea aliada, cómplice o secuaz de mi abisal miedo!
¡Que no deje un impío hilo de Satanás o de Cupido!
Que si ha de dejar algo, que lo deje, ¡Lo deje muerto!
¡Que no me agobie de la lluvia el palpitar repiqueteo!
Que solo la melancolía traiga a la poesía su acento
y, entre letras delirantes, galantear como un Galileo.

No hay comentarios: