lunes, 21 de marzo de 2011

Loreto Silva-Chile/Marzo de 2011

En Santiago de Chile, al 27 de febrero del 2010.

Querido Fernando, deseo que tu ánimo se encuentre bien, por mi parte como acostumbro en eterna crisis existencial. Te preguntarás la finalidad de una misiva si nos veremos dentro de unas semanas;  he decidido escribirla para contarte acerca de los sentimientos inefables que han ido enraizándose en mi corazón y que ya afloran  en nuestros  silencios. Siempre has sido un hombre incapaz de expresarte en forma verbal en cuanto a la parte amorosa y sexual se refiere, mas no por ello me he sentido menos amada o deseada. También estoy consciente que hombres bondadosos e íntegros como tú hay pocos; y no dudo en que darías tu vida por mí  si fuese el caso. Es lamentable, pero a mí no me ocurre igual, sigo amándote, pero a la vez siento que me faltan temas para conversarte; todo se ha transformado en repeticiones, cada palabra que puedas decir ya la conozco, cada día que transcurre es infinito e idéntico al anterior;  estoy atrapada en esta cárcel de amor desgastado. Esto no lo notaba antes, quizá porque nuestros hijos siempre estaban allí y vivíamos en función de ellos; hoy,  solos de nuevo,  apareció este témpano de silencio o, lo que es peor,  una perorata, tuya o mía, cuyo destino es llenar esa oquedad, profunda, oscura, fría; que sabemos existe y no hemos querido o podido abordar.

Qué más puedo decirte, que aparte del cariño casi fraternal que por ti siento no encuentro otros puntos de afinidad, “es tarde ven a dormir”, me dices cuando en realidad deseas sexo. Me agradaría desear intimidad y sexo, sin embargo, me siento seca, sin nada que pueda entregar.  Las veces en que insisto en ir de compras o sólo a mirar vidrieras y tú, aquiescente, aceptas participar; “ya, yo te acompaño”  no te perdono el libro que siempre llevas y del cual levantas la vista lo indispensable; ya sé que no te interesa ir de compras y ¿sabes? a mí tampoco. Lo hago para estar juntos unos momentos, esperanzada en ver si la magia vuelve, no obstante, este amor huérfano no tiene hada madrina. ¿Es tan difícil entender que quiero un compañero de ruta?

No he sido la mejor esposa, las cosas que más te agradan a ti, no las puedo hacer o  las detesto y estoy consciente que a veces te agobio con mi afán de desmenuzar o controlar todo cuanto me ocurre o rodea…

Sigue siendo el mismo, así te conocí y sé que no puedes ser diferente. Esta carta es de despedida, quizá esto te sirva para encontrar una nueva compañera acorde a tus necesidades.  Nunca olvidaré los buenos momentos, los  nacimientos de nuestros hijos, su crianza, lo que construimos juntos… todo en pasado ¿te das cuenta?; y que yo, ahora, con el filo de una lapicera rasgo de manera irremediable.

                          Con afecto,  tu ex-esposa.


Mención de Honor en el 6º Certamen de Cartas de Amor de MisEscritos, Buenos Aires, Argentina- Dic / 2010

2 comentarios:

Anónimo dijo...

LORETO,

CARTA DESGARRADORA, REALISTA, TRISTE,
DECEPCIONANTE, CRUDA.......PERO DESDE LO LITERARIO REALMENTE HERMOSA.SENTI MARIPOSAS EN EL ESTOMAGO, PERO NO ANUNCIANDO EL AMOR SINO DESPIDIENDOLO.

LUIS SIBURU

Norma dijo...

Hola Loreto.
El desamor y la nostalgia envueltos en la magia de tu estilo literario. Una belleza. Gracias, Norma