lunes, 20 de diciembre de 2010

Ofelia Capodacqua-Buenos Aires, Argentina/Diciembre de 2010

Eternamente

A esta edad la llaman madurez,
la experiencia da frialdad e indiferencia.
Cómo puedo pensar que he llegado a ella
si aún siento vibrar mi ser.
Si los pájaros me dan alegrías,
la lluvia, romanticismos de niña,
la niebla deseos de aventura,
y el sol ansias de correr
rejuvenecida como chiquilla.

No podré jamás creer
que no hay sinceridad en la gente,
ni dejar de soñar con cosas bellas,
ni dejar de ver las estrellas
en infinita verdad universal.

No podré dejar de amar a un niño,
cuando vea a uno de ellos,
ni dejar de reír junto a un grupo de jóvenes riendo
ni dejar de oír música aunque se burlen.

Si madurez es ser fría e indiferente,
yo me propongo: ¡jamás seré madura!
aunque tenga que llorar
mi juventud eternamente.


Tiempos de mi ciudad

Taconeando calles empedradas
San Juan y Boedo, la barra
la esquina donde Mansi
en la mesa del boliche
le cantaba al arrabal.

                                    Retenida dulzura
                                    Llega a mí “qué sapa”
                                    que el corazón me pide
                                    recuerde el silbido del compadrito
                                    anunciando al “cana”.

Ponchazos de facón
Me siento sin palabras
al doblar la esquina
me parece ver el tranvía
yendo hacia el bajo.

                Casas humildes de obreros
                Madreselvas, glicinas
                lavanderas, canastos de ropa tras los “morlacos”
                conventillos, piletones, canzonetas, fandangos
                el rasguito de guitarras llamando a la milonga.

Sentimientos acompañados
Sencillamente    inevitablemente
vuelvo a sentir melancolía
por tiempos de mi ciudad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Ofelia!! Qué hermosos poemas!!!

Cuántos recuerdos, cuánta nostalgia, me encantaron estos dos poemas!!

Anónimo dijo...

Ofe, me olvidé de poner mi nombre
Besossssss josefina