lunes, 20 de diciembre de 2010

Alicia Balista-Buenos Aires, Argentina/Diciembre de 2010

Jardín de Belleveu

            Una joven de cabellos castaños, mirada triste y vestida de negro encaje, camina distraída con sus pensamientos. Busca el sendero escondido detrás de la maleza. Sus manos enguantadas en suave raso se estrujan con movimientos nerviosos. Aparta las ramas que se atraviesan a su paso, impidiéndole encontrar el jardín de sus recuerdos. La glorieta de aromáticas glicinas y el gran árbol que cobija con sus ramas la aristocrática casa.
            Claros ojos brillan por lágrimas contenidas. Su cuerpo tiembla por un frío interno. Su chal de seda la envuelve. Sigue el camino. La maleza le hiere la cara, el alma. Encuentra la reja de hierro oxidada. Cruje al abrirla. La empuja con decisión y encuentra el portal.
            Su cara refleja cierta emoción. El dolor desaparece. Ahí está frente a su bello jardín.
            Busca el árbol de frondosas ramas que acunan la casa. Una puerta está abierta. Una luz poderosa la rodea y se deja llevar. Una música suave flota por todos los espacios. Busca por los corredores, ¿de dónde proviene?
            Encuentra un cuarto y en el centro un hombre. Está de espaldas. Hay una gran tela sobre el atril, pinceles y una paleta de colores. Es su amado Manet. Observa como despliega una estela de colores quedando plasmadas: el jardín, la casa y una bella mujer.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

un placer leerte...
saludos
Anahí Duzevich Bezoz

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Alicia: sólo hay que dejarse llevar por las palabras, para entrar en la casa y recorrerla junto a la niña. Muy bueno, un abrazo,

Anónimo dijo...

Hola Ali!! Que hermoso dejarse llevar, al encuentro de un personaje admirado
Un relato con sentimiento.
besos Jóse