martes, 17 de agosto de 2010

Etelvina Maldonado-Buenos Aires, Argentina/Julio de 2010


                                                 La otra piel     

            Taconea desparejo sobre la noche. La vieja culpa viene con ella, desde esa madrugada cuando partió. Una tibia llovizna la despedía y esquivando charcos subió al tren.
            Ahora regresa cansada de vivir amaneceres  con falsas promesas que se diluían en el último trago de alcohol.
            Tirita su mano sobre  el picaporte, su miedo se desgaja. Él, acostado, la presiente, se ovilla con un frío repentino y voltea hacia la pared, tiene miedo que  su mirada lo delate.
            La mujer se sienta en el borde de la cama, la voz apoyada en la espalda de él. Las palabras temblorosas no tienen respuesta. Tratando de revivir el pasado, aletean sus manos  sobre la otra piel, la siente esquiva, ajena.  
Calladas las lágrimas van rodando.
            Sin darse vuelta él adivina su cara, sus gestos y los guarda en su memoria.                                                           

            Escucha que la mujer  se aleja de su lado, ablandando los pasos, cuidando el silencio. Cuando ella abre la puerta, el frío  nace de la oscuridad y se queda con él.
            Las calles murmuradoras se aquietan.  
El hombre escucha los pasos que se suman al viento. Se abraza a su rencor.

6 comentarios:

Laura Beatriz Chiesa dijo...

Etelvina: muy buen relato. Se vive el momento de dolor, de indiferencia y...hasta el frío del viento que penetra. Te abraza,

Anónimo dijo...

Etelvina: Muy buena prosa. Me gustó mucho. Te felicito.

Un abrazo, Diana.

Anónimo dijo...

etelvina:

ese frio que nace de la oscuridad,me estremecio, como siempre tus cuentos y relatos tocan la piel hasta la entraña,!!!muy bueno!!!

esther moro

Anónimo dijo...

Etel!!! muy bueno tu cuento

las calles murmuradoras

me gustó mucho
besos Jóse

Anónimo dijo...

un ser inolvidable

c dijo...

unica