domingo, 18 de julio de 2010

Carlos Benitez Villodres-España/Julio de 2010


VENCERÉIS, PERO NO CONVENCERÉIS
TRECE ROSAS ROJAS
Carlos Fonseca
Ediciones Temas de Hoy S.A. Madrid, 2008. Págs. 322
En el mismo lugar donde fueron asesinadas “Trece muchachas”, “Trece Rosas” hay una
lápida, bajo la cual vemos varios rosales de rosas rojas, con la siguiente leyenda: “Las
jóvenes llamadas *Las Trece Rosas* dieron aquí su vida por la libertad y la democracia
el día 5 de Agosto de 1939. El pueblo de Madrid recuerda su sacrificio. 5 de Agosto de
1988”.
Abren el pórtico de la presente obra dos citas. La primera de Miguel Hernández
(“Cancionero y romancero de ausencias”, 1938-1941): “Tristes armas / si no es amor la
empresa. / Tristes, tristes. // Tristes armas / si no son las palabras. / Tristes, tristes. //
Tristes hombres / si no mueren de amores. / Tristes, tristes”.//
La segunda cita es de Unamuno. Ésta dice: “Venceréis, pero no convenceréis,
Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis, porque convencer
significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la
lucha”. Ciertamente estas palabras fueron pronunciadas en el Paraninfo de la
Universidad de Salamanca, el 12 de octubre de 1936, durante el enfrentamiento de
Miguel de Unamuno con el general de la legión José Millán Astray, una agria discusión
que acabaría suponiendo el arrinconamiento del intelectual en los últimos meses de su
vida.
Trece chicas, siete de ellas menores de edad (entonces establecida en 21 años),
murieron fusiladas, por la represión franquista, la madrugada del 5 de agosto de 1939
junto a la tapia del cementerio de la Almudena de Madrid, a unos 500 metros de la
prisión de Las Ventas, en donde se hallaban encarceladas. Su delito: ser “rojas”.
Minutos antes habían sido ajusticiados contra el mismo paredón 43 compañeros de la
Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Por lo tanto, “Trece Rosas” es el nombre
colectivo que se les dio a este grupo de muchachas.
Tras la caída de Madrid en manos de las tropas franquistas y el fin de la guerra,
las JSU intentaron reorganizarse clandestinamente bajo la dirección de José Pena Brea,
de 21 años. Tras el golpe de Estado del coronel Casado y el fin de la guerra, los
dirigentes del Partido Comunista Unificado (PCU) y las JSU habían abandonado
España, dejando la organización en manos de militantes poco significados, los cuales,
esperaban, podrían pasar más desapercibidos. José Pena, secretario general del comité
provincial de las JSU, fue detenido por una delación, y obligado mediante torturas a dar
todos los nombres que sabía, y firmar una declaración preparada. Roberto Conesa,
policía infiltrado en la organización, colaboró también en la caída de la organización
(Conesa fue posteriormente comisario de la Brigada Político-Social franquista y ocupó
un cargo importante en la policía durante los primeros años de la democracia). La
práctica totalidad de la organización clandestina cayó de este modo, sin apenas
posibilidad de reorganización. La mayor parte de los detenidos aún no había tenido

tiempo de integrarse en la organización clandestina o apenas acababan de hacerlo. A la
captura de los militantes ayudó el hecho de que los ficheros de militantes del Partido
Comunista de España (PCE) y las JSU no habían podido ser destruidos, debido al golpe
de Estado del coronel Casado, y fueron incautados por los franquistas al tomar Madrid.
Entre los detenidos se hallaban las Trece Rosas, que fueron arrestadas y conducidas a
instalaciones policiales, donde fueron torturadas, y después a la cárcel de mujeres de
Ventas, una cárcel construida para 450 personas en la que se hacinaban 4.000.
El 29 de julio, Isaac Gabaldón, comandante de la Guardia Civil, inspector de
policía militar de la 1ª Región Militar y encargado del “Archivo de Masonería y
Comunismo” (archivo que agrupaba los documentos recopilados por las tropas de
Franco en su avance durante la guerra), su hija de 18 años y su chófer fueron asesinados
en Talavera de la Reina, en un oscuro incidente del que fueron acusados tres militantes
de las JSU. Como represalia, 56 jóvenes de las JSU encarcelados (en su mayor parte
antes del asesinato), 43 hombres y 13 mujeres, conocidas como las Trece Rosas, fueron
llevados a juicio ante un Tribunal Militar el 3 de agosto (expediente 30.426), acusados
de reorganizar las JSU y el PCE para cometer actos delictivos contra el “orden social y
jurídico de la nueva España”, y condenados, por “adhesión a la rebelión”, a pena de
muerte.
Las “Trece rosas rojas” son: Carmen Barrero Agüero (20 años, modista),
Martina Barroso García (24 años. Modista), Blanca Brisac Vázquez (29 años, pianista),
Pilar Bueno Ibáñez (27 años, modista), Julia Conesa Conesa (19 años, modista),
Adelina García Casillas (19 años), Elena Gil Olaya (20 años), Virtudes González García
(18 años, modista), Ana López Gallego (21 años, modista), Joaquina López Laffite (23
años), Dionisia Manzanero Salas (20 años, modista), Victoria Muñoz García (18 años) y
Luisa Rodríguez de la Fuente (18 años, sastra).
El libro se divide en tres partes: “La lucha”, “La represión” y “La venganza”.
Cada una de estas partes consta de 5 capítulos. Les precede a la primera parte el capítulo
“La saca”. Tras el último capítulo, el lector se encuentra con una “Guía de personajes”.
Al finalizar la misma, el autor introdujo “Anexos documentales”: I. Correspondencia
desde la prisión de Dionisia Manzanero a su familia. II. Correspondencia desde la
prisión de Julia Conesa Conesa con su madre, Dolores Conesa. III. Acta del Consejo de
Guerra. IV. Sentencia. Además, enriquecen a esta obra las 14 ilustraciones que introdujo
el autor.
Aunque ya en 1985 el suceso fue investigado por el periodista Jacobo García,
fue el escritor Jesús Farrero quien al novelarlo en su libro “Las trece rosas” (2003)
volvió a despertar el interés en su memoria. Un año después, en 2004, los realizadores
Verónica Vigil y José María Almela dirigieron un documental sobre los sucesos, “Que
mi nombre no se borre de la historia” cuyo título es la última frase de una de las
condenadas en una carta dirigida a sus familiares. En ese mismo año apareció el libro,
que hoy comento, “Trece Rosas Rojas” (no ficción), del periodista Carlos López
Fonseca, en el que se documentan los sucesos relativos a los intentos de reorganización
de las JSU y la captura, encarcelamiento y ejecución de las Trece Rosas. Durante 2006,
la periodista y escritora Ángeles López publicó “Martina, la rosa número trece”,
centrada en la historia de Martina Barroso, una de las “rosas”, y a medio camino entre la
novela y el rigor histórico.

En 2006, Emilio Martínez Lázaro comenzó el rodaje de una película -“Trece
Rosas”- basada en el libro de Carlos López Fonseca protagonizada por Pilar López de
Ayala y Verónica Sánchez. Su estreno tuvo lugar el 19 de octubre de 2007. Fue
preseleccionada por la Academia Española del Cine como posible candidata a los
premios Oscar de Hollywood, sin conseguir ser finalmente la elegida para representar a
España.
Carlos López Fonseca (Madrid, 1959) es periodista y escritor. Actualmente
trabaja en la revista “Tiempo” y fue elegido, en diciembre de 2005, “Periodista del año”
por la Asociación de Revistas de Información (ARI). Es autor de “Garrote vil para dos
inocentes” (1998), “Negociar con ETA” (2006) y “Rosario Dinamitera” (2006), todos
ellos publicados por “Temas de Hoy”.


www.carlosbenitezvillodres.es

2 comentarios:

Antonio dijo...

He leído el libro y, posteriormente, ví la película, tengo que decir que tanto uno como la otra me emocionaron. Fruto de estas emociones, fué el poema que aquí traslado.
TRECE ROSAS
En plena noche las sacaron.
Con nocturnidad y alevosía.
En plena noche, el asesinato
fué pleno. Eran sólo unas niñas,
pero la venganza fué ejecutada.
La feroz venganza
de la impotencia. Del odio.
Por el odio, la represión y la venganza
fueron aprisionadas, vejadas, humilladas.
El crimen
no fué siquiera crimen político.
(Eran sólo unas niñas. Trece niñas)
Fué la venganza irracional
del fanatismo.
De la intolerancia. Fueron ejecutadas
sin motivo. Sólo un escarmiento.
Para mostrar hasta dónde podían
llegar en su odio.
Esa madrugada
(cuatro treinta de la madrugada)
en las tapias del cementerio
quedaron grabadas trece rosas rojas
para el recuerdo.

Anónimo dijo...

Muy interesante este artículo de Carlos.
El poema de Antonio, buenísimo y muy triste por cierto.

Saludos Josefina Fidalgo