viernes, 16 de abril de 2010

Marcos Polero Vélez-Abril de 2010

EMPATÍA II
(Fidelidad)

Al principio decidí seguirlo un poco por lástima, dándome dotes de ángel guardián,  y por no tener nada más importante que hacer. La vida en el campo es lenta y los ritmos son pausados, sin el vértigo de las ciudades. Se dispone de mucho tiempo libre para que divague la mente por cualquier estrella  de la galaxia y el ocio nos lleva por caminos impensados.
Verlo tan delirante, buscando un mundo inexistente, ideal, de hermosos  valores y poco sentido común; donde  se destacaban el verdadero amor, el honor y la valentía, me produjo una admiración inexplicable, incentivada por las diferencias entre nuestras personalidades.
A su lado me vi tan vulgar, tan apegado a lo concreto y  tangible, tan opuesto a él, etéreo y elevado,  que me sentí atraído y obligado a seguirlo incondicionalmente.
Mi vida no tiene nada de particular. Nací campesino, criado entre los cerdos y los borricos; sabiondo de los ciclos de  cosechas, las preñeces de las bestias; de todos los vericuetos de la tierra, de cómo sonsacarle el mayor provecho al campo. Nunca necesité escribir, menos leer, me bastaban las historias que contaban los viejos de la aldea con toda la fantasía que podían conjugar con los precarios elementos que les daba su entorno.   
Sin embargo, rápidamente me contagió la embriaguez de este hombre, cuyo mundo inmediatamente comencé a envidiar, volviéndome obsesivo por tratar de penetrar sus pasadizos. Quería ser parte de él, compartir sus experiencias, habitar sus continentes, ser personaje de sus historias.
Me enfermé por necesitar trascender, comencé a protagonizar  vehemente las aventuras que nunca me hubiera atrevido antes a soñar, comencé a creer en sus palabras, inclusive ante la inminencia de una realidad que las desmentía.
Nos fuimos transvasando las almas. El fue un poco invadido por mi  consabido pragmatismo, y yo fui transfigurado con sus verdades etéreas y fantásticas.
Lo que en un primer momento juzgué como las patrañas de un loco, hoy lo tomo como verdades absolutas de un sabio.
Sin embargo no puedo negar que en nuestro transvasamiento, los cambios que se operaron en él lo humanizaron, lo hicieron descender del pedestal desde donde me miraba, lo hicieron más normal, más terreno.
En los últimos tiempos  parece haber tomado conciencia de su locura, como si reconociese su enfermedad mental, como si buscase la cura; como si se quisiera despojar del  aura heroica para volver a la realidad de viejo medio chiflado, con necesidad de curarse, de bajar al suelo, de saborear lo tangible, lo concreto; y sospecho que he contribuido fatalmente con ese destino.     
Lamentablemente, ahora yo padezco la enfermedad de la nobleza, del aventurerismo volátil y puro de un mundo ingrávido y sutil, ya no pertenezco a mis viejas aficiones rurales, adolezco la poesía, la flagrante fantasía y la estética de los pensamientos elevados.
He cambiado, creyendo conjurar disparates me he hundido en verdaderos ensueños, tan reales si son producto de una mente afiebrada como si calan los huesos y hieren los sentidos.
Necesito de las aventuras para poder respirar, me siento un caballero, Su promesa de nombrarme gobernador de una ínsula es una verdad inapelable, necesaria,  y no puedo consentir que su palabra sea tomada como un desvarío.
Quiera quien quiera, y se oponga quien se oponga, Mi amo, el que me puso en el mundo, el que  me dio razón de existir siempre será el caballero  perseguidor de quimeras, luchador incansable contra las injusticias y reparador de entuertos, caballero incomprendido de la triste figura, Don Quijote de la Mancha. 

3 comentarios:

abel dijo...

Bienvenido al mundo de la locura .

En tus palabras - cada día que pasa- percibo que tus desvaríos te ayudan a encontrarlas .
Hermano amigo ,las palabras te esperan .No las hagas esperar tanto... por favor.


Abel Espil

Martín Gvevara dijo...

Muy bien. Me llevaste de nuevo al Quijotesco mundo de Miguel.

Gracias.

Anónimo dijo...

Aguante "Sancho", que sería del Quijote sin él, lo que nos complementa nos completa.