martes, 13 de abril de 2010

Jorge Falcone-Argentina/Abril de 2010


Hogar de pájaros

Ya no puedo dejar la puerta
abierta como me gusta
en primavera o verano,
que a poco de hacerlo siento alas
batir tras de las cortinas,
y cada vez más sobrevivientes
del riguroso invierno
y la letal gomera
buscan refugio en mi sala,
se ocultan entre mis discos,
pican el pan que me alimenta,
se posan sobre mis libros…
Gorjean en el parque en que hago sebo
y en el hogar en que mi hembra me solaza.
Es curioso,
últimamente me visitan
seres exclusivamente alados.
Y otro detalle inusual:
Todos me traen su alegría.
Cuesta acostumbrarse porque antes
lo habitual era un jeep aceitunado
que aceleraba hasta el hall
tumbando la puerta del zaguán.
Lo común era que esas visitas calzaran
sobre la testa de mis padres
sendas fundas de almohada,
que los tuvieran en penitencia mientras cargaban
la proyectora y los filmes Súper 8
gestados en mi alborada,
hasta tumbar a ambos viejos
- el médico de obras sociales y
la maestra de escuela suburbana -
en el asiento trasero del Falcon.
Mis nuevas visitas vuelan,
aquellas se arrastraban…
Hoy reciben horneros mis mañanas,
golondrinas y calandrias.
Antes la mayoría entraba
vistiendo de fajina:
Colores, El Cura,
Turco Julián, El Führer…
Ninguno de ellos cantaba
(y vaya si hacían cantar)
No respetaron
un solo licor del bargueño,
interpretaron
cada uno de mis dibujos soeces
diagnosticando mi pubertad
como siquiatras.
Nunca trinos, siempre cerrojos.
Y, por si estaba tibia,
la palma sobre mi sábana.
Ahora no.
Mi viejita florece en el árbol más joven,
dos perros prestos a huir por conveniencia
dormitan sobre mi entrada
y, como les iba diciendo,
las visitas de ahora sólo cantan.-


Texto del poemario inédito "Alpargatas. El libro para tod@s"

1 comentario:

S .M.T dijo...

Cuanta tristeza..cuanto verso alabando a las aves!
abrazos